EL CORO: BREVE HISTORIA
«El coro debe ser tomado como una de las primeras instituciones sociales, ya que nace naturalmente inscrito en el vínculo humano: el coro es esencialmente lazo social»
El coro como instrumento ha ido desarrollándose a lo largo de los siglos, siempre adherido a las circunstancias sociales, políticas y, por tanto, artísticas (en tanto que el arte siempre nos da cuenta de cómo va el mundo).
Probablemente el canto surgió como una necesidad religiosa o mágica: conjurar las fuerzas de la naturaleza, reuniones rituales con el mago o el gurú, vinculado a las cosechas, a la caza, etc. Otros momentos de la vida social que podrían haber propiciado el canto colectivo serían nacimientos, defunciones, ritos iniciáticos… La forma más natural podría haber sido la de una invocación por voz del mago y una respuesta del grupo (tribu, familia, etc.), y casi seguro iba vinculado a la danza. El coro debe ser tomado como una de las primeras instituciones sociales, ya que nace naturalmente inscrito en el vínculo humano: el coro es esencialmente lazo social.
El nombre de coro proviene del griego χορός (khoros) para referirse a un conjunto de personas que cantaban juntas. La raíz de la palabra es común a la de plaza, por lo que enlazando ambos sentidos tendríamos a un grupo de personas cantando en corro. Estos coros, que cantaban al unísono, tuvieron un rol fundamental en el teatro griego, ejerciendo de narrador o personaje dentro de las tragedias.
El canto ya se usaba también en las diferentes liturgias precristianas y paleocristianas: cantar se sentía como una manera de enfatizar y embellecer el sentido de las palabras, a la vez que un método eficaz de recordarlas y de proyectarlas en el templo.
Cuando Carlomagno refundó el Sacro Imperio Romano Germánico (s. VIII) impuso una modalidad de canto en todo su territorio que pasaría a la Historia como canto gregoriano; este canto era en latín, a una sola voz e interpretado por hombres. El canto se empleaba en la liturgia y en el oficio monástico, y los monjes se reunían en el coro, que en aquel momento definía solo el lugar donde se juntaban. Ya existía entonces un grupo selecto de monjes, la schola, que se encargaba de las piezas más difíciles del repertorio. En las catedrales esta misión se asignaba a los chantres.
«Es en el Renacimiento cuando los nombres de las partes vocales pasan de referirse a su función estructural y a las tesituras de los cantantes»
La polifonía surge por adición de líneas (inicialmente paralelas) a estos cantos gregorianos. Al principio estas voces añadidas se asignaban a solistas. La suma de voces hace que el coro sufra su primera gran reestructuración: se requieren voces de distintas tesituras para poder cantar por encima o por debajo de la línea gregoriana (llamada tenor). En el espacio sacro, la línea aguda la harán niños o falsetistas, pero en el espacio cortesano empezarán a hacerlo las mujeres. Ya vamos teniendo algo que se parece a un coro moderno.
En el Renacimiento, época dorada de la polifonía vocal, tenemos al coro inserto en la capilla musical. La capilla se encarga de interpretar la música vocal polifónica dentro del culto, junto con el organista (más adelante se incorporarán diversos instrumentistas más). En el espacio de la corte suelen seguir siendo un cantor por parte y tañedores varios, como la vihuela, el laúd o el arpa. Estos se encargarán de interpretar los cada vez más sofisticados madrigales y toda clase de música para el deleite. Si la música salía a la calle se incorporaban los ministriles, con los instrumentos de viento, para reforzar la sonoridad. Es en esta época cuando los nombres de las partes vocales dejan de referirse a la función estructural dentro de la obra y pasan a referirse a las tesituras de los cantantes. Al final del Renacimiento, pues, tenemos un coro no demasiado grande, profesionalizado, con niños y hombres (en la iglesia) y mujeres en la corte haciendo las partes agudas.

El Barroco no supone un gran avance respecto a la estructura del coro. Los instrumentos se incorporan no como meros duplicadores de las líneas vocales, sino con sus partes específicas. Las capillas se adaptarán para la música policoral que surge en Venecia y se extiende por Europa. El coro (mixto) va a encontrar un nuevo espacio en la ópera, que surge en Italia a comienzos del s. XVII. Esta exigirá nuevas virtudes vocales, las cuales se irán formando en las nuevas escuelas de canto. El recorrido del coro en la ópera italiana se irá debilitando por cuestiones presupuestarias y de mercado, ya que el cada vez más abultado caché de las estrellas solistas (castrati y prima donnas) obligará a los empresarios a recortar gastos y al compositor a renunciar al coro en sus obras en favor de las arias de lucimiento, mucho más atractivas para el público; se mantendrá, en cambio, en la ópera francesa e inglesa. El gran espacio para el coro seguirá siendo la música sacra, con inmortales páginas en los oratorios, cantatas, salmos y anthems.
El Clasicismo reservará el coro para los oratorios y la música sacra, dado el auge que la música instrumental acumula desde el Barroco. Géneros como el madrigal o la cantata decaerán, y la música vocal de cámara empezará a ser copada por la canción con piano. El coro volverá a ser reintegrado en la ópera gracias a la reforma de Gluck, que lo colocará como elemento fundamental en sus obras.
El cambio profundo que el coro sufrirá durante el Romanticismo nos acerca ya a la concepción actual: aumento del número de cantores y pérdida de profesionalidad. Las interpretaciones mastodónticas de El Mesías de Haendel que se realizaron entonces (con hasta 2.000 cantantes) ya nos colocan en esa visión del coro gigante y no profesional que recorrerá el Romanticismo (y llega a nuestros días). Estos coros enormes serán acompañados por orquestas cada vez mayores, que irán conformando el repertorio sinfónico-coral.
«El canto es identidad (porque es folclore y poesía nativa), es democracia (asociaciones reguladas, solidaridad voluntaria, autogestión) y es cultura»
Lo destacable de este auge está también en la profunda reestructuración de valores que convergen en el coro en este momento. Los principios democráticos de la Revolución Francesa, el acceso a la cultura cada vez más generalizado y el profundo sentimiento nacionalista que anida en las sociedades estarán detrás de este auge del canto coral. El canto es identidad (porque es folclore y poesía nativa), es democracia (asociaciones reguladas, solidaridad voluntaria, autogestión) y es cultura. Surgirán sociedades corales y academias de canto, y algunos de los mejores compositores de esta época dejarán magníficas piezas escritas para estos grupos.
A la vez, con la creciente dificultad de la música escrita a partir de la segunda mitad del s. XIX, surgirá la necesidad de profesionalizar el coro sinfónico. Una vez establecido este formato y con la lógica de la sala de concierto moderna, el coro profesional se encarga de abordar el repertorio más exigente y con los mayores niveles de solvencia, así como las obras maestras de todos los tiempos y su registro sonoro.
En el s. XX, el acceso a partituras a través de internet revoluciona también el mundo coral aficionado, que puede tener en sus manos obras en una cantidad y calidad antes insospechadas.
Me gustaría terminar este recorrido volviendo a los orígenes, para cerrar este corro: recuperar la función primigenia del canto como forma de conjurar los males, sanar enfermedades y trascender el espacio físico a través de la música colectiva. Hoy nuestros males son la enfermedad del alma (además de la del cuerpo), la soledad, el estrés, la velocidad endiablada, el cambio desmesurado, la incertidumbre. Algunos males son nuevos y otros solo se han actualizado y adquirido un nuevo semblante. El coro sigue sobreviviendo como un espacio de sanación, un espacio donde conjurar por un tiempo nuestros pesares, llevados de la mano de esos gurús que son los compositores y sus obras. La necesidad de lazos, que en estos tiempos se ha revelado como irrenunciable, se mantiene y sostiene a lo largo de milenios. Nos creamos y sostenemos en la simultaneidad del lazo que compartimos, y el coro sigue siendo un espacio privilegiado para ello. █
MUNDO CORAL Nº I