
ALBERTO GRAU

«VEO UN RENACER coral en España»
Háblenos, por favor, del motivo de su visita a Madrid. ¿Cómo está viviendo este homenaje tan emotivo.
Es algo inesperado totalmente; para cualquier director del mundo es inesperado que le hagan un homenaje con un concierto con exdiscípulos cincuenta años después. No sé si se ha dado alguna otra vez en el mundo. Lógicamente cuando me lo dijeron nunca pensé que sería algo tan gigantesco y hermoso como lo que está pasando hoy en día aquí, así que me siento muy emocionado. Quisiera que esto se repitiera ya no solo conmigo sino con todos los directores que cumplen cincuenta años con un grupo, que se puedan encontrar con amigos de cuando tenían 17 años y hoy en día tienen… 17+50 (risas). ¡Es increíble!
¿Cómo describiría lo que ha significado para usted el coro de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela?
Eso se puede decir hoy en día porque es algo inimaginable hasta que pasa. Primero, para que esto suceda, uno tiene que llegar a los 83 u 84 años, que ya es algo bastante sorprendente en el mundo, y, lo segundo, llegar en las condiciones con las que uno pueda entender que le hacen un homenaje de esta naturaleza, dirigiendo a sus amigos y compañeros de toda la vida.

En el homenaje que le han brindado sus antiguos alumnos usted también ha trabajado con coros de la Escuela Coral de Madrid, como el Coro ConSonante, dirigido por José Mena, exintegrante del Coro de la USB. Además, a lo largo de la semana ha podido vivir desde dentro la Escuela Coral de Madrid. ¿Cómo ha sido la experiencia musical y qué opinión le merece nuestro proyecto coral?
El proyecto de la Escuela Coral de Madrid es algo casi único en el mundo. Digamos que la música coral aparentemente para nuestros gobernantes y para la gente es algo insignificante. Siempre la han visto como algo muy superficial, como un grupo de viejitos que se reúnen para cantar unas cuantas canciones en Navidad y realmente es otra cosa. No creo que, por lo menos en España, exista otra escuela de canto coral así. Así que les felicito y ojalá que esto se multiplique. Estoy seguro que el día que haya más escuelas de canto coral y más personas cantando el mundo será distinto, los políticos serán distintos y creo que habrá muchísimas cosas de las cuales sentirnos orgullosos.
¿Qué papel le otorga usted al canto coral en una sociedad como la actual en el siglo XXI?
Le doy una importancia básica. Creo que nos podríamos trasladar a la época de la Antigua Grecia cuando ya el canto era tan importante como estudiar matemáticas o gramática. De hecho, desde que el ser humano tiene uso de razón, aunque fuera con un bastón en la mano, ya había vestigios de lo que sería el canto coral para la gente. Hoy en día podemos llevar el canto coral a extremos de sentir el himno de un equipo de fútbol en un estadio de 100.000 personas. Es algo muy emocionante para quien lo practica. Llega a ser tan importante (como el respirar) que al final no le prestamos atención, lo consideramos como algo natural y no lo es.
Precisamente en la Escuela Coral de Madrid estamos lanzando un coro de niños. ¿Cómo explicaría usted a los padres de las nuevas generaciones la importancia que tiene que un niño cante desde la infancia?
Yo entiendo que en la niñez se tiene que practicar deporte, por ejemplo, pero creo que uno de los fallos que seguimos teniendo en nuestros países está especialmente relacionado con la práctica musical. Este tipo de actividades solo necesitan un director, una sala y niños. Yo tengo la experiencia (por lo que pudimos hacer en Venezuela) de que el niño que canta desde que es jovencito sigue sintiendo una gran pasión por la música hasta que llega a la senectud de su vida; así que yo diría que es vital y que es una lástima que los gobiernos consideren que esto no da muchos votos, que es la única cosa que hoy en día parece que importa.
«El proyecto de la Escuela Coral de Madrid es algo casi único en el mundo […]. No creo que, por lo menos en España, exista otra escuela de canto coral así»
¿Qué le diría a los gobernantes si pudiera mandarles un mensaje con respecto al apoyo a la cultura?
Les diría que están a tiempo de que aprendan a cantar, que canten en un coro y se darán cuenta de que sus decisiones son más acertadas de lo que son hoy en día.
Ante una situación tan difícil como la que vive Venezuela actualmente, ¿cómo puede ayudar la música a esas personas que sufren a diario?
Las experiencias que tenemos no solo de Venezuela, sino de la Segunda Guerra Mundial, nos dicen que cuando la gente se reunía en grupo en la iglesia o en otros sitios lo que hacía era cantar canciones patrióticas que les hicieran recordar que estaban vivos y que pertenecían a un grupo humano. Creo que eso es muy importante. Lamentablemente, quiero insistir en que no se le da la importancia que tiene esto, el hecho para el ser humano de sentirse distinto a cualquier otro animal.
¿Qué opinión le merece el panorama coral español actualmente?
He asistido como jurado a algunos concursos en algunas partes de España y diría que últimamente veo una especie de renacer. Aquí en Madrid estoy viendo algo que no conocía: tanta gente y tantos coros que están sonando en manos de buenos maestros. Esto me anima y me transforma en optimista porque a la larga eso tendrá buenos resultados.

¿Qué influencia musical ha tenido en usted su origen catalán?
Tuvo mucha influencia. Yo nací en el año 1937 y mi padre, republicano, tuvo que huir de España con mi madre y conmigo. Nos fuimos a Francia. Mi padre siempre me hablaba en catalán y mi mamá siempre me cantaba canciones de cuna en catalán; esto ha hecho que todavía cuando oigo alguna de estas canciones me den muchas ganas de llorar. No es por el mero hecho de ser catalán o chino, es parte de la raíz del ser humano, que al fin y al cabo es el único afortunado de cantar en un coro y tener afinación y ritmo. Es una de las grandes demostraciones de que, a pesar de que a veces cometamos tantos errores, somos una especie inteligente.
¿Qué músicos han influido en usted profundamente?
Diría que primero mi familia. Mi papá cantaba siempre zarzuela aquí en España antes de la guerra civil y mi mamá, que viene de un pueblo de Lérida que se llama Alcarraz, también cantaba canciones populares, y esto nos acompañó durante toda la vida. Tal vez fue la influencia más grande, a tal punto que mi mamá se asustó un poco cuando le dije que quería ser músico. Ella pensó: «Este pobre muchacho va a tener problemas de subsistencia más adelante». Pero, por fortuna, por ahora estoy bien alimentado todavía. Cuando era joven y quería decidir qué hacer en la vida, cualquier profesión era mágica: las profesiones más deseadas eran cura, militar y artista (risas). Por fortuna, eso ha cambiado un poco.
«En Madrid estoy viendo algo que no conocía: tanta gente y tantos coros que están sonando en manos de buenos maestros»
¿Podría citarnos algún músico español, ya sea compositor o intérprete, al que admire especialmente?
Yo preferiría irme por el lado de los compositores: Albéniz, Manuel de Falla, Granados… Creo que son grandes músicos en cualquier parte del mundo. ¡Y eso sin hablar de la música del siglo XVI! Tomás Luis de Victoria, Guerrero… toda esa gente que fueron realmente músicos famosos dentro de lo que era la atmósfera europea. Además, España ha sido muy rica en su folclore. No quiero ya referirme a algo que no domino, que es el flamenco, pero que me encanta. Creo que es espectacular como arte.
Después de tantas décadas de carrera, ¿cuál considera que es su mayor aportación al mundo coral?
Yo diría que casi toda mi vida transcurrió en torno a la educación musical. A los 18 años ya tenía un par de coros de niños en escuelas municipales. Lo que más me ha preocupado y sigue haciéndolo hoy en día es que los niños tengan canciones que se adapten a nuestra época y que puedan conectar la danza, el movimiento y el teatro con el canto. He trabajado mucho sobre ello y con muy buenos resultados en Venezuela. Esta tarde me hablaban de un coro que va a un festival y lleva una de mis composiciones con movimiento y con euritmia; eso me satisface mucho.
Cuéntenos un sueño musical que le quede por cumplir.
Esta pregunta sí que es difícil porque he tenido tanta suerte en mi carrera musical que tal vez mi sueño hoy en día sería que Venezuela tuviera un tipo de gobierno en donde le siguieran dando la importancia que le dábamos nosotros hace 25 o 30 años a la educación musical. Junto con un maestro que se llamaba José Antonio Abreu llevamos las orquestas a todos los pueblos del país. En ese momento se formó una especie de orgullo muy grande y parecía que estábamos salvados, que seríamos un país de primer orden en el aspecto cultural musical. Lamentablemente, en este momento no estamos en estas condiciones. Ojalá que pronto vuelva a ser así. 𝄂
MUNDO CORAL Nº III