
CÉSAR ALEJANDRO
CARRILLO

«COMPONER es como ser un médium entre una entidad que está fuera de nosotros y el papel»
¿Cómo empezaste a interesarte por la composición y por qué por la música a cappella para coro?
Empecé a hacer arreglos ‘de cabeza’, como yo digo, tanto en el de música popular, en el que yo tocaba el cuatro, como en el ensemble coral en el que participaba, de manera autodidacta, sin tener estudios formales. Y pronto tuve la oportunidad de empezar a aprender composición, aún muy joven, con Modesta Bor, que me animó a estudiarla antes de lo que me hubiera correspondido en el plan de estudios. La música coral pronto se convirtió para mí en el medio ideal; no lo decidí, la vida me fue llevando. Para mí a voz humana es el instrumento más perfecto de la naturaleza. Tiene tal cantidad de matices, podemos hacer con ella tantas cosas… Mis primeros arreglos fueron con cuatro, un instrumento venezolano, pero poco a poco me fui dando cuenta de que todo podía funcionar sin instrumentos externos y ahí es cuando me volqué en componer música a cappella. El coro es un instrumento en sí mismo. Mientras yo pueda, digamos, poner todo lo necesario para que algo funcione de manera autónoma, muchísimo mejor; el coro en sí mismo es muy rico, no necesita de nada. Para mí dirigir un coro, además, tiene una mayor complejidad que dirigir una orquesta por la diversidad de timbres y sonidos que se pueden hacer con la voz, que es mucho más alta que la que puede tener otro instrumento. Con ese tipo de dificultad no se enfrenta un director orquesta.
¿Nunca te has planteado componer música orquestal?
Prácticamente compongo siempre música a cappella, me fascina. Si me plantease escribir otro tipo de música acudiría a los libros de orquestación que tengo e iría a pasearme un rato para ver y leer y empaparme. Porque tú vas a dejar un documento que va a reflejar un momento de tu vida; una composición es como un retrato sobre uno mismo, y tiene que estar hecha con conocimientos sólidos.
«Leo mucho el texto sobre el que compongo, lo recito en voz alta, sintiendo la cadencia musical, el ritmo, la combinación consonante, etc., hasta que empiezo a buscar ideas»
En el plano artístico, de expresión personal, ¿qué significa componer para ti?
Crear es expresar el duende que llevamos todo por dentro. Componer sobre un texto supone el reto de ser fiel a la psique de ese texto y a la psique propia de cada uno. Es como la imagen de Miguel Ángel, que decía que él no había esculpido nada, que lo único que había hecho era descubrir lo que estaba encerrado en la piedra. Se me ofrece más fácil, no sé por qué, componer sobre textos litúrgicos, en latín: hay algo en ellos que tiene que ver con el inconsciente colectivo y que se entiende en cualquier lugar del mundo, en China, en Japón… Todo el mundo sabe lo que hay ahí dentro sin necesidad de ser católico. Haciendo música sacra estoy hablando una especie de ‘panlenguaje’, de principios universales, que todo el mundo puede entender, entro en una sintonía más reverencial, mientras que en un texto profano en mi propio idioma me resulta más complejo. Me coarta un poco cómo no traicionar la visión del mundo del poeta sobre cuyo texto estoy componiendo. También, en castellano, tengo la necesidad de que lo que estoy diciendo con la música llegue de la manera más directa posible a través del manejo de las imágenes, del color que se quiere buscar por una palabra precisa y por la música. Desde hace unos diez años, he escrito algunas obras de carácter profano, con textos de mi esposa, Laura Morales Balza. Son textos originales, que no han sido pensados para ser musicalizados. He hecho una sola obra en la que el texto vino después: Nana para una luna despierta.

¿Cómo es tu proceso creativo, tu rutina compositiva una vez que decides que vas a escribir sobre determinado texto?
Primero leo mucho el texto sobre el que compongo, lo recito en voz alta, sintiendo la cadencia musical, el ritmo, la combinación consonante, vocal, etc., hasta que empiezo a buscar ideas. Luego puede aparecer una melodía, que probablemente aún no sea en la tonalidad definitiva en la que haga la pieza. Del compositor cubano Leo Brouwer aprendí que primero hay que escribir y que luego hay que corregir. Hay que dar rienda suelta a la imaginación, jugar, sin pensar si esto está bien o esto está mal, y después viene, digamos, este proceso intelectual de corregir. Y luego, si te trancas, ponte a hacer otra cosa, porque el proceso creativo no se detiene.
¿Tienes en algún momento la sensación de que la composición es algo que ‘ocurre’, de ser como un transmisor de algo que está ‘ocurriendo’ en el puro presente, como si las manos fueran solas?
Exacto, componer es como ser un médium entre una entidad que está fuera de nosotros y el papel. Laura, mi pareja desde hace 30 años, ha sido testigo muchas veces de pedirme hacer algo en la casa o salir y decirle: «No puedo, estoy en la ‘zona’». Es decir, estoy en un momento del que no puedo salir porque algo se va a perder de lo que está ‘bajando’, por así decir. Es algo que ocurre simultáneamente con tu intelecto y que incluso no estás haciendo deliberadamente. Es algo que se conecta. A veces estoy manejando o en proceso de dormirme y comienzan a sonar en mi cabeza frases enteras de música que vienen solas a mí. Si estoy manejando, al llegar tengo que comenzar a escribir todo lo que pueda recordar. Si es a la hora de dormir, pues, me tengo que levantar y escribir. ¡A veces me ha pasado de madrugada!
«Se me ofrece más fácil componer sobre textos litúrgicos, en latín: hay algo en ellos que tiene que ver con el inconsciente colectivo y que se entiende en cualquier lugar del mundo»

¿Tienes una rutina diaria de componer todos los días algo o dedicas algunos periodos determinados al año?
Actualmente, no tengo una rutina diaria, aunque hay momentos del año que, por el volumen de trabajo, tengo que hacerlo todos los días dada la presión del tiempo. Ahora bien, cuando se trata de trabajo propio, por placer, lo hago en los períodos de asueto (Carnaval, Semana Santa, vacaciones escolares, Navidad). Son los períodos en que más escribo.
Has hecho muchos arreglos de canciones tradicionales e incluso de cantantes como Juan Luis Guerra. Y después compones mucha música original. ¿Qué prefieres? ¿Dónde te sientes más cómodo?
Cuando emprendo el arreglo de una canción, esta me tiene que gustar, ser atractiva melódicamente. Y, en principio, la arreglo en mi cabeza: dejo calentar los ingredientes allí. Cuando están bien calientes, entonces me siento con papel y lápiz, o en la computadora, si estoy en casa. Me es muy placentero hacer arreglos y tengo una estética invariable desde que llevé a cabo el primero. Una canción es como una casa y cuando llevo a cabo un arreglo sigue siendo la misma casa pero con colores, muebles, árboles en el jardín, diferentes. Me siento que estoy recorriendo una ciudad algo conocida. Mientras que hacer música original es entrar a un territorio totalmente desconocido, sin mapa. Cuentas solo con una brújula (tus habilidades como compositor) y ya. Al final, el resultado es el mapa de ese recorrido musical (la partitura).
«Cuando emprendo el arreglo de una canción, esta me tiene que gustar. Me es muy placentero hacer arreglos y tengo una estética invariable desde que llevé a cabo el primero»
¿Qué compositores admiras y te inspiran?
Venezolanos, Vicente Emilio Sojo, cuya obra es modélica y por el impacto de su docencia. También su contemporáneo Juan Bautista Plaza, con una obra exquisita. Modesta Bor fue fundamental en mi forma de abordar la música coral. Y luego, de música del Renacimiento, Victoria, Palestrina, Lasso y Byrd. Pero en Victoria encuentro una emoción más allá de lo técnico, es un compositor que se pierde de vista. Tomás Luis de Victoria es un gran artesano de la composición. Su música me sobrepasa y me conmueve. Me es muy frecuente tener una partitura suya en el piano. Otros son Bruckner, Howles y Poulenc. Con este último hay algo entre las notas, no implícito, que cuando lo escuchas hay una alquimia y sensaciones inefables, inexplicables. Especialmente la Misa de Poulenc, en la que el tratamiento del texto me produce una sensación indescriptible. Luego me fascina Bill Evans, la limpieza de su emoción. Pat Metheny Group, Pedro Aznar…
¿Se puede vivir (económicamente) de componer música coral?
En Venezuela, no. Quizá si viviera en Estados Unidos, podría ser porque el circuito donde se desarrolla la música coral es enorme. Tienes que ocuparte en otras facetas, básicamente, la docencia. Aquí, a pesar de contar con un movimiento coral grande, la situación política y económica ha deprimido mucho al sector de las artes. Muchos colegas se han ido y mi anhelo es que las cosas mejorasen socialmente para que todo pudiera fluir mejor.
«Tomás Luis de Victoria es un gran artesano de la composición pero en él encuentro emoción más allá de lo técnico. Su música me sobrepasa y me conmueve. Me es muy frecuente tener una partitura suya en el piano»

También diriges y de hecho eres maestro de directores. ¿Con qué faceta te quedas?, ¿son complementarias, dirigir, formar y componer?
Sí, de alguna manera se complementan. Una de las materias que dicto en la formación de directores corales es Análisis de Repertorio Coral. El hecho de ser compositor me brinda una perspectiva mucho más amplia en cuanto al análisis se refiere y a su tratamiento con los alumnos. Puedo ver un poco más allá de lo que otro director, que no es compositor, puede observar.
«La música coral pronto se convirtió para mí en el medio ideal; no lo decidí, la vida me fue llevando»
Idealmente, ¿cómo te gustaría que un/a director/a abordara cualquiera de tus composiciones?
En un gran porcentaje, al pie de la letra, lo más que se pueda. Me siento muy honrado de que se interpreten obras mías y en la mayoría de los casos es algo que produce mucha satisfacción. A veces puede ocurrir que el director intervenga y tome decisiones sobre la obra que no estaban escritas, y esas sorpresas no resultan agradables, pero son las menos.
¿Notas mucha diferencia cuando interpretan tus obras coros de diferentes partes del mundo?
No mucho. Y eso es bueno.
¿Qué música escuchas? ¿Eres de los que necesitas música siempre o necesitas silencio? ¿Acudes a conciertos como espectador?
Jazz y música académica, rock progresivo, música coral. Casi siempre estoy escuchando música, excepto cuando leo. Eventualmente, voy a conciertos, no tanto como antes. 𝄂