El Mundo de la ECM

JOSÉ
MENA POLO

director de CORO CONSONANTE, DONNE IN MUSICA y CHOIR+ en la Escuela Coral de Madrid
Coro ConSonante
hacia el X aniversario
Este enero se cumplen 10 años de la fundación del coro más antiguo de la Escuela Coral de Madrid, el Coro ConSonante. En esta entrevista repasamos su trayectoria musical y la de José Mena Polo, director de esta agrupación desde su formación, así como de Choir+ y Donne in Musica, otros dos coros de la Escuela. Asimismo, charlamos sobre la vocación y la carrera de este director venezolano afincado en Madrid y sobre cómo vivió el homenaje ofrecido el pasado octubre en Madrid al que ha sido su maestro, Alberto Grau, evento producido por la Sociedad Coral de Madrid, y en el que Mena participó como director invitado.
«ConSonante, al ser el coro más antiguo, es el norte de la Escuela, por lo que tiene que sonar muy bien para que motive ser su integrante»
José Mena Polo
foto: Escuela Coral de Madrid

¿Cómo empezó la dirección del Coro ConSonante en la Escuela?
Comencé como profesor de lenguaje musical y solfeo y en el momento en el que decidimos unificar todo lo que se da actualmente en el Integral en una sola persona, fui su profesor de Integral. Me di cuenta de que, teniendo cuatro niveles de Integrales, estábamos preparando a unos cantantes a los que luego no les dábamos salida dentro de la Escuela, no les dábamos la posibilidad de aplicar todo lo que habían aprendido en un coro propio. Me pareció que crear uno que se pudiese nutrir de los alumnos que iban saliendo de cada uno de los cursos integrales podía ser una buena idea, lo propuse y se aceptó. Para mí, era el camino más natural para mantener el contacto con los alumnos y que ellos tuvieran la oportunidad de ser, a su vez, la motivación de los que estaban empezando.

¿Cualquier persona puede cantar en ConSonante?
No. En principio, debería ser gente que tenga experiencia coral o que se haya formado en los cursos que hacemos. Por lo general, como ya el coro tiene cierto nivel, a alguien que no haya cantado nunca le va a costar mucho entrar y ponerse al nivel de los demás. No es una cuestión de segregación, ni mucho menos, sino que simplemente los repertorios que vamos asumiendo son repertorios cada vez más complejos. Yo soy de los que cree que todo el mundo puede cantar si se entrena. Aunque ahora tenemos el Coro de la Sociedad, intentamos que ConSonante sea un poco el norte, por lo que tiene que sonar muy bien para que motive ser parte de él.

«Lo extramusical de un coro no te lo enseñan; lo aprendes tú en el barro»

¿Qué repertorio trabajan?
Trato de tocar la mayor cantidad de géneros posibles, sin caer en hacer una lasaña musical, pero sí me gusta que los que cantan vean más allá de lo que quizás pueden escuchar en un concierto cualquiera. Por lo general, los coros tienden a centrarse mucho en repertorios muy concretos, o se van al Renacimiento o a la música popular muy pasada, como si hubiese algo malo en la música popular para los coros. Me gusta tocar un poco de todo eso y me gusta que lo hagamos con conciencia, es decir, si vamos a hacer una música popular, les explico de dónde viene para que tengan información y puedan interpretarlo mejor. Hemos hecho desde música muy antigua hasta muy moderna, con instrumentos, a cappella… un poco de la forma en la que se hace en otras partes del mundo.

¿Cómo es el ambiente en el coro?
Me ha agradado mucho que desde el principio haya sido un coro de amigos que entienden que están ahí para cantar, aunque también se está para hacer un pícnic un domingo o para ir a cualquier lugar. Es un coro que trabaja muy bien, un coro que además está siempre muy abierto a recibir gente. A veces, cuando los grupos tienen mucho tiempo, eso cuesta, pero la verdad es que ConSonante es la excepción. Yo me siento muy cómodo dirigiéndolos, no tengo que regañarles (los directores son un poco regañones a veces), quizá un jaloncito de orejas eventual hay que dar, pero es un coro en el que yo me siento muy cómodo y creo que ellos también se sienten así. Hay gente que es fundadora del coro ¡y vamos a cumplir 10 años! 

José Mena Polo durante un concierto
Mena, director de ConSonante desde sus inicios, tiene una fuerte influencia en su formación del Sistema de Venezuela. | foto: Pablo Sorompas

¿Cómo es trabajar en la Escuela Coral de Madrid?
Es muy fácil porque la Escuela permite que cada director sea él mismo, no impone. Como trabajamos con gente muy amateur, cada director es libre de escoger el repertorio que sirve a su grupo. Hay que tener en cuenta que los grupos son muy dispares: a veces tienes 18 chicas y un chico, por lo que tienes que buscarte la vida para poder organizarlo. En ese sentido, la Escuela nos da muchísima libertad. En mis tres coros planteo lo que quiero hacer y lo que recibo de la Escuela es apoyo. Es muy gratificante trabajar con un equipo de gente que está ahí apoyando lo que haces. Evidentemente, cuando te sientes así de bien es algo recíproco, es decir, a mí lo que me pida la Escuela, lo tiene.

Además de ConSonante, en la Escuela dirige otros dos coros, Choir+ y Donne in Musica. ¿Qué diferencias o similitudes hay entre estos coros y ConSonante?
Mis tres proyectos aquí en la Escuela son muy diferentes, principalmente por la configuración de los grupos. ConSonante es un grupo mixto de soprano, alto, tenor y bajo. Donne in Musica es un grupo de voces femeninas. En este momento, trabajamos a dos y tres voces, sobre todo a tres. Este año hay una pieza a cuatro, que es el primer intento por abarcar las cuatro voces de mujeres. Choir+ es de voces masculinas. Partiendo de la base de que son coros diferentes por su formación, la imagen de cada uno es su repertorio. El de ConSonante es más de coro universal. Ahí cabe desde lo más académico hasta lo popular, pero siempre muy coral. El trabajo de Donne in Musica es parecido, pero el repertorio para chicas es un poco más difícil de encontrar. Yo hago arreglos o adapto cosas para que les calce bien. También es un repertorio variado. Intento utilizar instrumentos, ya que el grupo todavía es muy pequeño, aunque se defiende muy bien. El repertorio de Choir+ es bastante diferente: hacemos música popular, música pop, con una banda o con pista. Aquí tengo la ventaja de que esté Kodiak Agüero, que es profesor de la Escuela también y hace los arreglos que, primero, son muy buenos y, segundo, sabe cómo sacarle partido ya que canta en el coro. A pesar de que es el más joven de mis coros (acabamos de cumplir un año), ya nos hemos ido de gira. Está sonando muy bien y, además, intentamos defender una parcela importante que es la diversidad sexual. Somos un coro de voces masculinas en el que todos somos gays.

«Para mí, lo más importante en un director es la capacidad de escoger el repertorio adecuado para su coro»

¿Qué tiene la música coral de particular?
Una de mis maestras de dirección, que además fue mi directora por mucho tiempo, dijo una vez en un ensayo que la música coral le había llamado mucho la atención siempre porque los talentos individuales probablemente no hacen tocar el cielo, pero con el trabajo en conjunto, trabajando esos talentos juntos, sí puedes hacerlo. Ese día yo me dije que me quería dedicar a la dirección coral porque era justamente lo que me estaba pasando: por entonces estaba en la universidad y veía gente que cantaba conmigo a mi alrededor y pensaba que esas cosas, como cantar una ópera, eran solo para algunos iluminados, que solo no lo iba a hacer. Y resulta que cantando juntos fuimos capaces de tocar puntos sublimes. Por eso estoy aquí dedicado a la música coral. Muchos de los que estaban en el concierto homenaje a Grau de octubre estaban conmigo en ese momento en el coro, cuando María Guinand dijo aquello. Poder dirigirlos ahora fue una experiencia que no puedo explicar.

A la hora de planificar un curso musical con cualquiera de sus coros, ¿cómo lo plantea?
Al principio lo hacía trimestralmente: Navidad, Semana Santa y fin de curso, pero me he dado cuenta que no es muy útil. Sí es bonito porque puedes tener al coro todo el curso cantando, pero el primer trimestre es muy corto para montar un repertorio navideño completo y pasa lo mismo con los otros dos, solo que en el tercero puedes aprovechar cosas del segundo, con lo cual te da un poco más de tiempo. Lo que hago es plantear temas por año e intento ir aprovechando cosas que ya tengo. Aquí se trabaja mucho el «qué vamos a montar nuevo este año», cuando tienes repertorios que has cantado solo dos veces a los que no has dado tiempo de madurar, con lo cual es aprender, aprender y aprender todo el tiempo. Yo mantengo cosas de los años anteriores, que además siempre sirven para sacarte de situaciones complicadas, y así tienes siempre un fondo de armario. Con ConSonante, lo que he estado haciendo últimamente es que busco una obra grande central y una cantidad de obras más pequeñas que dan sentido al ensayo del día a día, ves el resultado pronto mientras vas trabajando una obra grande. Así me aseguro un concierto final importante y que durante el año puedo hacer las actuaciones o participaciones que salgan. Además, como el repertorio es variado, la gente se mantiene motivada. Cuando veo que una obra de las grandes se les está haciendo muy pesada, meto una obra divertida. Hay que tener en cuenta que el ensayo es un día a la semana y dura 2 horas y 15 minutos. A veces les damos clases de canto que consumen una hora. Esto redunda en beneficio del coro, con lo cual estoy de acuerdo al 1.000%, pero en el momento en que ves que se acerca la fecha del concierto se me pone el pelo blanco (risas).

Coro ConSonante en concierto
ConSonante tiene en su repertorio todos los estilos, cada vez con piezas más complejas. | foto: Adriana González Rak

¿Cree que todo el mundo puede cantar en coro?
Creo que mucha gente puede. El problema es que mientras más se tarde en empezar, más va a costar adquirir las herramientas para poder hacerlo. Todos tenemos oído y todos tenemos garganta. Unos las usamos mejor y otros peor, pero, en cualquier caso, se pueden tratar. Pero si una persona no ha aprendido a afinar pronto es muy complicado afinar después.

¿Qué características debe tener un buen director de coro, tanto musicales como extramusicales?
Esa pregunta es buena porque lo extramusical no te lo enseñan, lo aprendes tú en el barro. En cuanto a lo musical, en primer lugar, un buen director debe tener un buen manejo del gesto, que el coro pueda entender lo que quiere, que el gesto pueda sustituir la palabra. También tiene que tener una capacidad de análisis de la partitura bastante buena para poder crear y no repetir una interpretación. Pero para mí lo más importante es la capacidad de escoger el repertorio adecuado para su coro. Muchos coros no suenan bien porque tienen un repertorio que les queda muy grande. Yo soy de los que piensa (vengo de esa escuela) que es preferible que el coro cante música no tan compleja pero que le quede bien e ir progresivamente aumentando el nivel de dificultad y de exigencia de las piezas a medida que el coro va también superando sus propios obstáculos o limitaciones. Eso es lo que más me preocupa de lo que he visto de muchos directores corales. Creo que se piensa más en lo que a uno le gustaría dirigir que en lo que el coro puede hacer. Respecto a lo extramusical, un director al final es padre, amigo, confidente, psicólogo, coach… Es complicado porque estás manejando un grupo de personas y tienes que tener capacidad de liderazgo para lo musical y para lo personal también; tienes que motivarlos a hacer cosas que quizás ellos no quieren o no se han planteado hacer. Por otro lado, sobre lo que yo he tomado conciencia, y así lo hablé con Alberto Grau cuando estuvo aquí en octubre, que uno es como un monologuista cómico porque tienes que hacer el ensayo divertido. He descubierto que los regaños no sirven para nada. Si expresas esa molestia al coro directamente consigues menos: se asustan o se bloquean y ya después es muy difícil remontar ese momento. También me he dado cuenta de que soy un poco irónico, hago como que medito, respiro y entonces sí puedo decir lo que quiero decir y ellos lo toman de una manera más afable. 

«Se tiene al director coral como un músico de segunda, pero somos muchos los que hemos invertido muchos años de nuestra vida en formación, precisamente para poner en su sitio este oficio»

¿Cómo analiza el panorama coral amateur actual?
Es complejo porque yo soy una persona venida de fuera, pero lo que he encontrado en Madrid es que hay muchos coros amateur, pero el nivel no es muy bueno. Razones puede haber muchas. Hay muchos directores que han trabajado y siguen trabajando durísimo. Además, se está buscando una profesionalización del director, pero cuesta mucho porque, como pasaba hace mucho tiempo en Venezuela, a veces llegabas a ser director por alguna circunstancia de la vida y no estudiabas para ello. Veo ahora directores aquí en la misma situación: hay quienes se han formado muy bien y hay quienes no lo han hecho y están frente a un coro y eso para la profesión no es bueno. Al final, se tiene al director coral como un músico de segunda categoría (si no de menos) y resulta que somos muchos los que hemos invertido muchos años de nuestra vida en formación precisamente para poner en su sitio este oficio, ponerlo en valor. No creo que toda la responsabilidad sea solamente de esto, sino tiene que ver con la manera con la que se ha abordado el canto coral, la enseñanza de la música en la educación reglada. Aquí en los colegios no se canta y eso es una pena porque el canto coral te enseña a trabajar en equipo, te da herramientas para enfrentarte a cosas que no tienen que ver con lo musical. Otro gallo cantaría si los que tienen el poder de tomar las decisiones metiesen la actividad coral en las aulas. Polonia, República Checa o Hungría tienen la educación musical en sus clases. ¿Por qué esos coros arrasan en los festivales y las competiciones? Porque están cantando desde que nacieron. Sin irse tan lejos, pasa lo mismo en el País Vasco o en Cataluña. Hay que intentar convencer (y creo que esa labor la tenemos que hacer los directores corales con nuestros coros y las instituciones) a los que tienen el poder de que cantar hace mejor a las personas ya que estás trabajando con tu propia sensibilidad, con un instrumento que tienes dentro de ti. 

¿Qué le diría si tuviera aquí a la persona que realiza los planes de estudio de los centros educativos?
Yo probablemente no le diría nada. Yo la invitaría a que viniera a dos ensayos y que viera lo que es cantar en un coro, y probablemente eso sería suficiente para que vea la necesidad de cantar en un coro. No es lo mismo ver a un coro parado en un concierto que, por lo general, es un acto oficial donde todo el mundo está muy acartonado, que cuando vas a un ensayo y ves el día a día del coro, donde la gente es una familia con valores buenos. Considero que cantar te hace mejor persona. Todos trabajan por un solo objetivo y ese objetivo es la música ¡y pasárselo bien! Una cosa que a mí me sorprendió de aquí cuando llegué y que me parece estupendísimo es que no hay ensayo de coro sin caña después. Eso es bellísimo porque lo que arma al grupo son las actividades que haces y lo que haces después. Con ConSonante, por ejemplo, arrancamos el curso en septiembre yéndonos todos los que podemos un fin de semana a un campamento cerca de Madrid y hacemos dos primeros ensayos fuertes allí, pero por la noche nos sentamos todos alrededor, cantamos y hacemos juegos, y por la mañana hacemos yoga. ¿Es una actividad netamente musical? No, pero cuando llegas al ensayo el jueves siguiente te encuentras con un grupo emocionado, motivado. 

«Hay que intentar convencer a los que tienen el poder de que cantar hace mejor a las personas, ya que estás trabajando con tu propia sensibilidad, con un instrumento que tienes dentro de ti»

En los coros cada vez estamos viendo que cuesta más que los hombres canten. ¿Por qué?
Esto está pasando en todas partes desde hace un tiempo. Yo vengo de un país en el que cantar para los hombres era más complicado. Siempre ha habido un poco más de reticencia por parte de ellos por eso de con la música voy a expresar algo. Creen que es poco masculino. Se lo comenté a Alberto Grau hace como tres o cuatro años y me dijo que en Venezuela también está pasando. La razón no sé cuál es, no sé si es una cuestión de vergüenza, de que te vean cantado en un coro; hay como la sensación de que eso es de señoras. La humanidad ha cantado desde que es humanidad. A las chicas les cuesta menos. Sin embargo, hay chicos que dudan mucho, luego van a un ensayo y se quedan.

Coro ConSonante en la antigua sede de la Escuela Coral de Madrid
Muchos de los miembros del Coro ConSonante continúan cantando en la formación desde que se fundó hace diez años. | foto: Adriana González Rak

¿Cómo animaría a alguien a que empiece a cantar en un coro?
Le diría: vente a un ensayo y ¡pruébalo! No importa si cantas en la ducha. Prueba un ensayo, mira cómo es la cosa, no hay que saber música, las pocas herramientas que vas a necesitar te las doy yo y los propios compañeros te van a echar un cable. Yo creo que cantar es tomar un riesgo, pero incluso cuando cantas en la ducha porque el vecino te puede estar escuchando. Hay que arriesgarse y abrir el grifo de la sensibilidad, que en este momento todos lo vamos cerrando un poco más porque cada vez es más fácil hacerte daño por ahí. ¡Es absurdo! Estamos yendo en el sentido contrario; hay que abrirse, hay que sentir, hay que decir: «¡Estoy vivo!».

¿Qué influencia ha tenido en usted el sistema musical venezolano del que usted proviene?
¡Toda! A pesar de que yo no me formé en el sistema de orquestas, sí empecé a estudiar dirección en el conservatorio del sistema orquestal. Venezuela siempre ha sido un país en el que en todas las casas la gente canta. Yo quería estudiar piano desde que tenía cuatro años. Después canté en el coro del colegio y después en el coro del bachillerato. Yo fui pionero porque abrí el coro para los de ciencias (yo estudié ingeniería electrónica). Estando en la universidad, quería dedicarme a eso pero necesitaba hacer mi carrera. De pronto, todo eso quebró: se abrió la carrera de música en la universidad, hubo un paro general y yo aproveché para hacer el trasvase y me fui a estudiar composición y canto. Se abrió la carrera de dirección coral y me metí. Allí tuve la oportunidad de ver a Zubin Mehta, Simon Rattle y una larga lista, y no solo verlos, sino ser dirigido por ellos. El sistema musical de Venezuela fue creciendo y el mundo coral fue sumándose a ese crecimiento. Justo cuando yo estaba en ese proceso de formación de todo eso entré a cantar en el coro y a las tres semanas estaba haciendo la Novena de Beethoven. Si hubiese nacido en un país donde no hubiese ese desarrollo, probablemente yo no sería el director que soy ahora con ese bagaje que sale cuando trabajas. Sí que hay cosas del Sistema con las que no estoy de acuerdo. El Sistema ha hecho una gran labor y nos hemos beneficiado muchos. He trabajado con grandes figuras como Eric Erison, Helmuth Rilling, Robert Sund, etc. Hice dos cursos: uno de canto gregoriano y otro de música litúrgica para el culto en una abadía benedictina con dos monjes benedictinos venidos de Cremona. Eso no hubiera sido posible sin el Sistema, sin la fundación Schola Cantorum de Venezuela, sin el movimiento coral Cantemos, sin Alberto Grau, sin María Guinand, que han movido y han entregado la vida para que eso pasara. Unas de las preocupaciones de mis maestros era que había que profesionalizar el oficio de director coral. 

«¿No seríamos una sociedad mejor si la gente cantara en coro? Yo creo que sí»

Hilando con Venezuela y el homenaje hecho aquí a Alberto Grau en octubre, ¿qué significó para usted toda esta semana y ese concierto final?
Para mí fue una de las cosas más bellas que he hecho en mi vida, porque fue una manera de devolverles un poquito de lo que me han dado. Ver a Alberto feliz con su gente de toda la vida ahí, sintiendo el cariño de 50 años de gente siguiéndolo, para mí fue maravilloso; reencontrarme con la gente, ver a María Guinand, la sensación de cuando dejas de ser el discípulo y te conviertes en el colega… Yo siempre me voy a ver como el discípulo de ellos dos, eso es una realidad, pero desde que se planteó la idea me trataron como a un colega y no como al alumno, aunque siempre imagino qué pensará Alberto de lo que hago. Para mí fue hermosísimo el poder relacionarme con ellos de esa manera y haberles devuelto un poco de lo que he recibido por parte de ellos. Ahora estamos en el momento en el que yo los sigo admirando como personas y como músicos. En esos días yo estuve ahí codo con codo con ellos y pude, a mi vez, enseñarles a mis alumnos, a mis coralistas actuales y al público de dónde vengo. Cuando los han visto trabajando, entienden el entusiasmo con el que les hablo sobre cómo hacíamos las cosas. Llevo desde 1984 trabajando con ellos, 37 años viéndolos y siguiéndolos.

¿Qué músicos le han influido profundamente?
Gustav Mahler, Ella Fitzgerald, Antonio Estévez y Johann Sebastian Bach en primer lugar.

¿Qué música escucha en su día a día (en el coche, en casa…)?
Todo menos reguetón y heavy metal.

No se pierde un concierto de…
No me vas a creer, ¡de Christina Aguilera! Pero también del Coro Monteverdi, por ejemplo.

Un reto musical por cumplir.
Montar alguna de las Pasiones de Bach o las Vísperas de Monteverdi, pero eso tendrá que ser más adelante. 𝄂

por María Sendino
MUNDO CORAL Nº I