El Mundo de la ECM

RODRIGO
GUERRERO

director del CORO DE LA SOCIEDAD CORAL DE MADRID y profesor en la Escuela Coral de Madrid
Sobre el Coro de la Sociedad Coral de Madrid recae una gran responsabilidad: la de llevar el nombre de esta institución, una entidad pionera en la Comunidad de Madrid por su labor en el campo del canto en grupo. Al frente de este coro, una de las mejores formaciones amateurs de Madrid, se encuentra Rodrigo Guerrero, el último de una larga saga de grandes músicos que capitanea este proyecto con voz firme e ideas claras. Con él charlamos en esta entrevista sobre esta agrupación coral, su trabajo en la Escuela Coral de Madrid, sus muchos y variados trabajos así como del camino personal del artista.
«Nuestro estreno fue por todo lo alto, con orquesta, solistas, cámaras de televisión… Es una manera de fundar desde lo excepcional un grupo como este»
Rodrigo Guerrero
Rodrigo Guerrero | foto: archivo Escuela Coral de Madrid

Usted dirige en la Sociedad Coral de Madrid el coro que lleva el nombre de esta entidad, la cual fomenta, aglutina, coordina, auspicia y promociona la música coral a primer nivel en la Comunidad de Madrid. ¿Qué supone esto?
Para mí es un privilegio, aparte de una responsabilidad, en tanto que el coro constituye uno de los puntales artísticos de la Sociedad Coral de Madrid. Lo que esperamos es que sea un producto lo más refinado posible y aporte la mayor calidad a los conciertos.

¿Por qué surge la necesidad de crear un coro de estas características?
La Escuela Coral de Madrid se planteaba tener un proyecto artístico que estuviera por encima de la media. Es cierto que los grupos que ya había estaban a un buen nivel, pero queríamos algo un poquito por encima, que fuera un proyecto que pudiera ir creciendo hasta alcanzar un nivel artístico que, dentro de lo amateur, pudiera ser destacable.

«Creamos el Coro de la Sociedad Coral de Madrid porque queríamos un proyecto que pudiera ir creciendo hasta alcanzar un nivel artístico que, dentro de lo amateur, pudiera ser destacable»

¿Cuál es el repertorio que interpretan? ¿Cómo lo elige?
Primero pienso en el tipo de grupo que tengo, analizo las dificultades de la obra para ver si es accesible al grupo, si le supone un pequeño reto musical e intentando cubrir el mayor espectro histórico y estético posible. Nos gusta desde el Renacimiento hasta el siglo XXI; cambiar de registro también es muy positivo para el grupo.

Uno de los objetivos de este coro es interpretar el repertorio de compositores menos conocidos. ¿Cuál es la importancia de este gesto?
Lo importante es la justicia, es decir, descubrir obras muy bellas y muy bien escritas que no suelen estar en el repertorio habitual de grupos de aficionados. Eso a mí, en lo personal, me permite explorar e indagar, y ese trabajo de investigación me ha hecho descubrir música de compositores muy notables de los que no conocía absolutamente nada.

¿Cómo es el coralista que integra este coro?
Hay audiciones para ingresar en el coro. En ellas evalúo el nivel vocal y musical de los candidatos. A veces me interesa un tipo de virtudes frente a otras. Trato de completar el tipo de voces que me hacen falta para tener esa versatilidad que el grupo requiere y, sobre todo, creo que lo que tiene la gente que entra en el coro es muchas ganas de trabajar, mucho compromiso, que eso sí lo exijo para el proyecto, y ganas de mejorar. Ensayamos los domingos y hay que tener ganas.

«No todo el mundo tiene voz para cantar en grupos muy buenos, pero todo el mundo tiene una voz para empezar a trabajar»

El Coro de la Sociedad Coral de Madrid se estrenó en 2016, nada menos que en un concierto televisado a nivel nacional por RTVE interpretando el Oratorio de Navidad de Saint-Saëns. ¿Cómo fue esta experiencia?
Fue una experiencia muy bonita. Había nervios y a la vez excitación, no solo por la obra, que es bella, aunque para el coro no es especialmente exigente, sino luego toda la parafernalia de las cámaras, de la televisión, del sentirse observado… aunque sea una emisión a las ocho de la mañana… Pero más allá de eso, fue un proyecto precioso para la gente. Y como presentación fue un pequeño pastelito para el coro. En vez de hacer algo más sencillo a cappella, fue por todo lo alto, con la orquesta, los solistas, las cámaras de televisión… Es una manera de fundar desde lo excepcional un grupo como este.

Oratorio de Nöel, op. 12 (Tollite Hostias), de Camille Saint-Saëns. Primer concierto del Coro y Orquesta de la Sociedad Coral de Madrid, bajo la dirección de Rodrigo Guerrero. Iglesia del Perpetuo Socorro de Madrid, 19 de diciembre 2016.

Desde entonces, este coro ha realizado proyectos de gran envergadura, como la Petit Messe de Rossini o el Officium Defunctorum de Victoria. ¿Cuál es la importancia de estas grandes obras en el desarrollo de un grupo coral?
La gran mayoría de los grupos aficionados no suelen abordar grandes obras, en el sentido de obras de gran formato. Se suelen trabajar obras de grandes maestros, sin duda, pero siempre a través de proyectos u obras pequeñitas. El abordar una obra grande implica, primero, el encuentro con una de las catedrales de la música coral. Luego, aparte, el trabajo de estas obras supone una conciencia diferente de lo que es un concierto, que no es un estar en un non-stop continuo, empezando con una obra y otra y otra, sino que implica estar en una tensión interpretativa durante una hora o una hora y media y formar parte de algo más complejo y rico. Pasar, además, por estas grandes obras, para el cantante es siempre una experiencia muy especial y trascendente.

«Me gusta trazar los hilos que conectan nuestra sensibilidad del siglo XXI con otras sensibilidades y otros tiempos»

También es habitual la colaboración del coro con otras agrupaciones musicales de alta calidad, como Schola Antiqua, con los que han trabajado en diversas ocasiones. Cuéntenos cómo es esta relación profesional.
El contacto con Schola Antiqua vino gracias a que Juan Carlos Asensio estuvo hace tiempo haciendo un seminario de gregoriano en la Escuela Coral de Madrid. Le invitamos para que hiciera el canto llano del Officium Defunctorum de Victoria y la experiencia fue súper bonita, además de que es una maravilla cómo canta el grupo. La verdad es que aprendemos todos. Ver a un grupo profesional a ese nivel trabajando es un lujo. 

¿Qué proyecto de todos los que han realizado recuerda con más cariño?
Diría que probablemente el Officium Defunctorum que hicimos en 2017. Tuvimos un par de conciertos especialmente intensos en Ávila, de donde era Victoria, y realmente fue un momento especial; en lo personal yo estaba atravesando un punto difícil y ese proyecto creo que nos dejó un sello muy potente al coro y a mí mismo.

Officium Defunctorum (Introitus), de Tomás Luis de Victoria. Concierto del Coro de la Sociedad Coral de Madrid junto a Schola Antiqua, dirigido por el maestro Rodrigo Guerrero. Parroquia Santuario Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Madrid, 6 de abril de 2017.

¿Cuál es el futuro musical inmediato del Coro de la Sociedad Coral de Madrid?
Ahora mismo siento que estamos en un punto en el que hay que invertir en trabajo formativo. Estamos con clases de lenguaje musical para reforzar la lectura de partituras y con clases de técnica vocal, una inversión de trabajo para subir un poquito el nivel que tenemos ahora.

Además, en la Escuela Coral de Madrid usted imparte diversos seminarios, como el de Historia de la Música o Dirección Coral. ¿Cómo enfoca cada uno de ellos?
En el curso de Historia de la Música intento que la gente se lleve una visión de la música o un conocimiento que complemente o estimule la relación que ellos ya traen con la propia música. No pretende ser un curso en el que enseñar datos, sino más bien una manera de pensar y de entender la música como un producto del tiempo en el que surge para después atravesar y encontrarse con las mismas controversias, que adquieren una faz y un aspecto diferente, pero que suelen ser las mismas. Me gusta trazar esos hilos que conectan nuestra sensibilidad del siglo XXI con otras sensibilidades y otros tiempos. En el curso de Dirección Coral trato de aportar mi experiencia para que gente que está sacando su proyecto adelante pueda mejorar su rendimiento y su desempeño, sin hacerlo de un modo dogmático, desde luego, pero sí tratando de aportarles herramientas.

Esta Semana Santa usted ha estrenado mundialmente una obra compuesta por usted, Epitafio para un muchacho muerto en abril. Háblenos un poco de ello.
Como el programa musical iba sobre los adioses, estuve pensando la posibilidad de introducir un epitafio. Recordé que en 2018 recibí el encargo de Alfonso Calvo, el anterior presidente de la Federación Coral de Madrid, de escribir una obra para su hijo fallecido, y así lo hice. Era una obra que estaba sin estrenar con unos versos de Juan Ramón Jiménez. Lo estuve revisando y me pareció adecuada para el evento y la despedida. Es un poema agridulce que trata de extraer fortaleza del drama y de encontrar asideros para una pérdida tan devastadora como debe ser la de un hijo.

Coro Sociedad Coral de Madrid. Proyecto Tristis Anima Mea: Música Barroca para  Semana Santa 2018. Talavera de la Reina | foto: Maru Pino

Usted dirige varias agrupaciones fuera de la Escuela Coral de Madrid, como el Coro de Rivas, entre otros. ¿Se puede vivir de la dirección coral en España?
Bueno, yo sí lo hago, pero desde luego hay mucha gente que no puede, tal y como está configurado ahora el trabajo coral. Esto nos obliga a tener muchos proyectos a la vez porque no podemos vivir de un solo grupo, evidentemente. Vivir es posible, al menos, en lugares como Madrid. En otros lugares quizás sea más complicado, pero lo que sí descubrimos en esa búsqueda de actividad es que hay muchísima gente interesada en cantar, con lo cual, esa posibilidad de ganarse la vida con ello adquiere un cierto fondo de realidad, es decir, una cierta posibilidad, pero ciertamente está difícil, hay que admitirlo.

«Creo que la gente del coro de la Sociedad tiene muchas ganas de trabajar, mucho compromiso y ganas de mejorar»

¿Qué características debe tener un buen director de coro, tanto musicales como extramusicales?
Un buen director creo que, primero, tiene que dominar su instrumento, y su instrumento es el coro. Lo difícil ahí está en que, como instrumento humano, no lo aprietas y sale lo que quieres, sino que tienes que encontrar siempre la ruta del alma, de la que hablaba Violeta Parra; tienes que encontrar la manera de llegar a los cantantes, los cuales tienen su propia sensibilidad, sus propios frenos y miedos, y tratar de aunar. Conocer el instrumento supone, evidentemente, conocer cómo funciona el canto; tener, sin duda, buen oído; supone poetizar mucho para conseguir que los cantores entiendan la idea y que introduzcan en su propia afectividad el texto que se trata. Extramusicalmente me parece muy importante, sobre todo, la gestión misma del grupo, todo lo que son herramientas, todo lo que no aparece en el currículum de un conservatorio. Eso hace que un grupo sea viable, sostenible y, sobre todo, que la experiencia para los cantores, que lo hacen por gusto, sea placentera: el sentido del humor, la psicología, el saber cuándo apretar, saber cuándo relajar, la empatía, la capacidad de tomar decisiones, la capacidad de delegar… hay tantas cosas que influyen para que un grupo funcione…

¿Cómo animaría a alguien a que empiece a cantar en un coro?
La voz es uno de los mecanismos por los cuales la emoción se pone en marcha, se moviliza, y eso lo tiene todo el mundo. No todo el mundo tiene voz para cantar en grupos muy buenos, pero todo el mundo tiene una voz para empezar a trabajar. Cantar en coro es una manera de empezar a estar en grupo, de acercarse a la belleza, de tocar la emoción de una manera que recorre luego toda nuestra psicología y nuestra alma a lo largo de la semana, de tener un proyecto, de estar en contacto con obras de arte hermosas…; creo que todo eso enriquece muchísimo el alma. Y el alma es de las cosas más enfermas que tenemos hoy en día. Por eso la música, y la música en grupo en concreto, me parece totalmente salvífica.

También ha dirigido diversas formaciones orquestales. ¿Qué diferencia hay entre estas agrupaciones y ponerse al frente de un coro?
Aunque las cosas técnicas son muy similares, un coro, como instrumento, es mucho más homogéneo que una orquesta. Las dificultades que tú tienes que conocer, que afectan a la gestión de la voz, no le afectan a un violinista o a un percusionista. La orquesta te obliga a conocer mucho más la idiosincrasia de cada instrumento, la psicología de cada instrumentista, y eso lo hace un poquito más complejo. Cuando quieres proponer cosas te obliga también a conocer cómo funciona un violín, una trompa, etc., y eso requiere una formación más específica. Normalmente la orquesta, además, suele tener un nivel musical formativo que muchos coros no tienen, con lo cual el lenguaje tiene que ser más técnico. Luego, a la hora de gestionar las ideas y las emociones, viene a ser más o menos igual.

Usted fundó Ópera Omnia, especializada en barroco, sobre todo español. ¿Podría hablarnos un poco de este proyecto?
El grupo lo formamos Isaac Martínez Pulet y yo en 2004. Éramos muy jóvenes y quisimos abordar un repertorio muy poco interpretado entonces. Colaborábamos con Raúl Angulo, un musicólogo que estaba trabajando en la edición de viejas partituras que encontraba en las capillas y en las bibliotecas. El grupo se formó con un conjunto de músicos de los cuales ahora mismo muchísimos de ellos están haciendo una trayectoria muy importante. Fue un momento de aprendizaje de muchísimas cosas. El resultado artístico no fue todo lo bueno que queríamos, pero como escuela fue fantástico. Llegamos a grabar un disco, dimos conciertos por toda la geografía española y luego el grupo paró durante un tiempo.

Cuando escucha un coro en directo, ¿qué es lo que más valora?
Me gusta mucho la manera de trabajar el texto, cómo se trabaja, si lo hacen o no. Me fijo mucho en el color, en el sonido, en el timbre. Y valoro mucho que me cuenten cosas. Por encima de todo, que haya amor por el sonido y amor por la poesía.

Coro Trivium y arteSonado. Auditorio Caja de Música CentroCentro. 2020

En los últimos tiempos, vemos cómo el número de cantantes masculinos se va reduciendo en los coros amateur. ¿A qué cree que es debido?
La música no deja de ser un producto cultural que compite con otros productos de ocio. Quizás, más allá de lo que se suele decir, que los hombres son más vergonzosos y las mujeres son más lanzadas (es cierto que la mujer tiene una gestión con el palabreo, con lo social, diferente a los hombres), realmente no sabría por qué sucede esto. Creo que los hombres cuando hacen piña funcionan muy bien, pero luego creo que hay otros a los que realmente no les interesa, siempre se piensa que por vergüenza o por otra serie de cosas, pero sencillamente creo que prefieren quedarse viendo un partido de fútbol.

¿Cuál es su visión del panorama coral español respecto a los coros aficionados?
Creo que hay una saludable y lógica gradación ahora mismo en el mundo amateur, que tiene muchísimas capas. Ahora mismo creo que nos encontramos en un lugar medio, razonable, en el que, probablemente, a nivel general, se echa de menos el que los directores, como cuerpo, tengamos cada vez mejor formación. Sí que hay grupos de aficionados que ya tienen un nivel muy alto y creo que el movimiento coral sigue incorporando gente. Si acaso me pueden preocupar los relevos generacionales, que la gente joven vaya encontrando en el canto una fórmula de vida. Pero hay buenos ejemplos de coros jóvenes y pensemos que esto puede inspirar a otros, aunque lo veo difícil.

¿Qué importancia otorga a las federaciones corales?
Creo que las federaciones bien llevadas deberían estar ejerciendo de puente entre los propios grupos y las instituciones o las entidades. A veces creo que ejercen un trabajo con un punto endogámico, es decir, que solo se relacionan los coros con otros coros y organizan cosas para las que en realidad muchas veces no es necesario su gestión directa. Creo que las federaciones deberían tener siempre una visión de lo institucional, o sea, que el canto coral esté presente en los estratos sociales, en la vida pública, en el panorama artístico, para que la gente entienda que ir a ver a un coro puede ser una experiencia similar a la de ir a un concierto de otro tipo. Pero para eso los coros tenemos que ofrecer siempre un buen producto. Esto no siempre pasa y no siempre la manera en la que lo hacemos dignifica la experiencia de lo coral. Por eso, creo que es importante tener mejor nivel cada vez. En relación con eso, también es muy importante que los coros se puedan autofinanciar. Por ejemplo, muchos de los grupos no tienen la oportunidad de recibir por su buen trabajo una remuneración en forma de entrada o donativo. Realmente mucho del panorama cultural que hoy cubren los grupos de aficionados se hace sin ningún tipo de ayuda, sin ningún tipo de respaldo, todo pagado por cada uno de ellos. Quizás las federaciones podrían tratar de que el canto coral adquiera un cierto estatus que permita empezar a recibir algún tipo de ayuda.

«Lo que más valoro cuando escucho a un coro, por encima de todo, es que haya amor por el sonido y la poesía»

Empezamos ahora una ronda final de preguntas rápidas. ¿Qué músicos le han influido profundamente?
Sin duda, empezaría por la figura de mis padres: mi padre como compositor y mi madre como músico aficionado con unas cualidades excepcionales. Si de algo me lamento es de no haber tenido en mi vida musical la figura de un maestro, de alguien que me haya apoyado y me haya ayudado. He tomado muchos detalles de maestros que he tenido, pero siempre pequeñas cosas. En ese sentido, he sido muy autodidacta. Mi padre, con su amor por la música y por transmitirme ese amor, y mi madre, que nos apuntó a un coro a mi hermano y a mí con 16 años, me descubrieron ese mundo. Luego empecé a conocer las primeras cantatas de Bach: escuchaba las grabaciones que me hacía mi padre. Él compró las de Gardiner. A mí me empezaron apasionar esos intérpretes y empecé a conocer las posibilidades enormes del coro. Además de una influencia técnica, fueron principalmente una ventana al deseo de ser músico. Mi historia con la música ha tenido muchísimos altibajos. Mi padre y mi abuelo, como músicos de un nivel altísimo, intentaron que aprendiéramos música de pequeños, pero quizás en ese momento yo ya empezaba a sentir el peso del apellido y me negué a hacer música. Tiré el libro. Estuve mucho tiempo sin acercarme a la música. Mi padre respetó eso y mi madre también. Con el coro al que nos apuntó ella volví a engancharme a la música. En realidad era un amor, un gusto, que yo tenía ahí porque la música siempre había estado en casa. Durante un tiempo no valoré la posibilidad de dedicarme a la música y solo pude dar el paso cuando mi padre murió. Él nunca supo que yo quería ser músico. Y durante un tiempo anduve con muchísimos intentos, porque realmente me costaba enormemente enfrentarme a esa autoexigencia. Fue siempre una relación de amor y sufrimiento enorme. Cuando vine a Madrid me animé a hacer la carrera de dirección. Entré directamente en grado superior. Y ahí terminé la carrera y ya empecé a buscarme la vida. Pero, en ese sentido, siempre me ha costado entender mi lugar.

Un momento especial de su carrera musical.
Cuando canté la Misa en Si menor de Bach por primera vez. Era una de esas obras que tenía grabada en cinta de mi padre y el día en que la pude cantar con la Capilla Real de Madrid para mí realmente fue un momento muy bonito. Estaba en un grupo profesional rodeado de cantantes e instrumentistas estupendos y haciendo esa música sublime. Ahí, de repente, me di cuenta de que, aunque muchos de mis sueños no se estaban cumpliendo, de repente me vi con uno de ellos conseguido y fui consciente de hacer eso rodeado de gente estupenda.

¿Qué música escucha en su día a día (en el coche, en casa…)?
Antes escuchaba mucha más música clásica. Va por rachas. Hay momentos en los que no escucho nada. Pero me gusta el jazz, el flamenco, la copla… Y lo siento además como un complemento fantástico de la música clásica. Se aprende mucho de otro tipo de cosas y estoy en un momento también en el que siento que hay que abrirse, que cuanto más te abres, mejor entiendes lo que tratas de hacer, más enriquece lo que haces. Hay que tener la cabeza abierta. Es verdad que de música moderna no estoy muy al tanto.

No se pierde un concierto de…
¡Del Coro de la Sociedad Coral de Madrid! (risas). La verdad es que me pierdo muchos conciertos, no puedo ir a casi ninguno y muchas veces estoy tan cansado que me lo proponen y no tengo fuerzas. Realmente los que no me pierdo son los que me toca dar. Pero a veces me doy el placer o tengo la fortuna de ir a alguno bonito. Estuve en el Teatro Real hace un par de semanas viendo un par de proyectos a los que me han invitado y la verdad es que sigue siendo una experiencia maravillosa.

Un reto musical por cumplir.
Puede tener que ver con montar algún tipo de proyecto. Me gustaría tener la suerte de abordar con el Coro de la Sociedad Coral de Madrid alguna de las catedrales de la música clásica, como las Vísperas de la beata Virgen de Monteverdi, alguna de las Pasiones de Bach… Pero creo que la forma de mi proyecto singular todavía no tiene nombre. El día en que diga «esto es lo que quiero» tendrá que ser algo en relación con lo que compongo, con lo que escribo, que mi música tenga algo que ver. Me falta darle forma, pero estoy en ello. 𝄂

por María Sendino
MUNDO CORAL Nº II