NUESTRA VOZ (HABLADA Y CANTADA) MUESTRA AL MUNDO CÓMO SOMOS

«Todos venimos con una grandísima bolsa de valores, cualidades y capacidades. Sería una maravilla poder descubrir todos, vivirlos y compartirlos. Eso exactamente pasa en un coro. Y es labor del director/a potenciarlos al máximo»

Los cantantes somos artistas que mostramos a través de nuestra voz nuestra manera de sentir la música. Los cantantes de coro, además de eso, vamos desarrollando la capacidad absoluta del más fino trabajo en equipo a nivel auditivo, corporal y vocal. Y los que dirigimos coros nos encontramos con un grandísimo abanico de seres humanos, llenos de cualidades y valores, a los que tenemos que motivar, enseñar, coordinar y dirigir. 

Cuando una persona se acerca por primera vez a un coro, bien sea por curiosidad, porque le han contado que mola o porque ha sentido esa llamada, abre una puerta mágica, posiblemente sin ser consciente de lo que va a encontrar tras ella. Es un precioso ejercicio de memoria recordar por qué y en qué circunstancias nos acercamos por primera vez a un coro o decidimos que podíamos dedicarnos a la docencia para cantantes de coro e, incluso, a la gestión de actividades corales (para no dejar a nadie fuera). 

Todos nosotros hemos sido educados en mayor o menor medida en los valores. Admiramos a los héroes y heroínas, a las personas solidarias, empáticas, valientes, honestas, capaces de decidir, etc. Buscamos la belleza, el éxito, el reconocimiento de los demás… Todos ellos, valores muy positivos que nos hacen ser las personas que somos. A través de nuestra voz hablada y cantada acompañada de nuestra gestualidad, de nuestra corporalidad, mostramos al mundo que nos rodea cómo somos, y en ese acto de comunicación a través de la música nace el sentimiento de artistas que tarde o temprano va a aparecer en cada persona. 

Los que nos dedicamos a la docencia de coros estamos muy acostumbrados a recibir cantantes con todo tipo de valores, algunas personas con muy altas cualidades vocales, otras no tanto, aunque con grandes capacidades auditivas, personas con el oído parcialmente bloqueado, personas muy valientes que se lanzan a cantar lo que sea, otras tímidas que casi no sacan la voz… y así se va configurando el abanico de componentes de un coro. 

Alumna en una clase de Felipe Bel durante la pandemia
Los bloqueos en el oído musical son un misterio, pero se puede salir de ellos. | foto: archivo Escuela Coral de Madrid

En lo que se refiere a la voz de los cantantes, las experiencias vividas desde la infancia son determinantes en nuestra idea personal de cómo de buenos o malos cantantes somos. Siempre me ha llamado la atención la cantidad de cantantes que se presentan pensando que cantan peor de lo que lo hacen, siendo en su mayoría mujeres, muchas de las cuales me cuentan (a modo de anécdota) los refuerzos negativos que recibieron de niñas cuando cantaban: «Niña, pareces un gato» o «Calla, que va a llover». Estos refuerzos negativos, que suelen entrar en nosotros inconscientemente, pueden convertirse en decretos totalmente perjudiciales si vienen de personas cercanas. 

También me he preguntado siempre, con respecto al oído musical de los coristas, por qué será que hay cantantes que cogen el tono a la primera y cantantes que no. Me parece demasiado fácil pensar «este tiene buen oído y este no y punto». Los bloqueos en el oído musical son un verdadero misterio, pero mi experiencia es que se puede salir de ellos, aunque se necesita tiempo, paciencia y cariño, y a veces no tenemos esa oportunidad, ni como cantantes, ni como docentes. 

Y cuando coreografías una canción, si te fijas en la corporalidad de los alumnos, también descubres cómo la mayor parte de mujeres clavan el movimiento a la primera y la mayor parte de hombres no, aunque en esto tiene mucho que ver el desarrollo de las cualidades físicas y habilidades motoras potenciadas durante la infancia y adolescencia: ellas, más coordinación, ritmo, agilidad y equilibrio; y ellos, más velocidad, fuerza y resistencia (aunque, por fortuna, esto ya no es tan radical a día de hoy). 

«Cuando una persona se acerca por primera vez a un coro abre una puerta mágica»

Sin duda, todos venimos a este viaje con una grandísima bolsa de valores, cualidades y capacidades, algunos heredados, otros aprendidos y copiados, y otros creados por nosotros mismos. Sería una maravilla poder descubrir todos, vivirlos y compartirlos con las personas que nos rodean. Están dentro de nosotros esperando para salir. Pues eso exactamente pasa en un coro. Y es labor del director o directora hacer descubrir esos valores musicales a los alumnos y potenciarlos al máximo. 

Y como es un aprendizaje y vivencia en conjunto, en equipo, podemos también aprender de los valores del resto de compañeros y de compañeras. Cada persona tendrá unos valores más desarrollados que otros, la capacidad de decisión, el compromiso, el coraje, la valentía, la capacidad de compartir y expresar emociones, la empatía, la capacidad de dramatizar, la resiliencia, la humildad, la responsabilidad, la dulzura, el emprendimiento, el valor, etc. Y todos esos valores van reflejados en su voz. 

Nosotros podemos aprender y ser mejores cantantes, observando cómo cantan las personas que hay alrededor nuestro, pero también podemos ser mejores personas aprendiendo de sus valores. Todo un camino por vivir. 


MUNDO CORAL Nº I